miércoles, 7 de septiembre de 2011


Para las aves alzar el vuelo es un poco más difícil, el despegue es siempre lo que más requiere energía: para ello necesita mucho oxígeno para alimentar el potente músculo que une el esternón con el ala, y por esto es que tiene un corazón enorme para su tamaño (el corazón de un gorrión es dos veces más grande que el de un ratón); como están cubiertas de plumas, un aislante muy eficaz, no necesitan calentarse para emprender el vuelo.
Pero para las aves más grandes, y por lo tanto más pesadas, emprender el vuelo no es una tarea tan fácil; muchas de ellas no pueden empezar a volar sin la ayuda del viento: lo típico es que corran contra él, formando colchones de aire que la elevan. El albatros viajero, de alas muy largas, no puede batir sus alas con rapidez: por eso habita siempre en lo alto de las quebradas, dejándose caer en el aire; cuando se juntan a vivir en grupos, suelen hacer fila para los despegues.

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